flor da palavra
A Outra Campanha
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A Outra Campanha é uma articulação aberta aos grupos, movimentos e companheiros interessados em construir uma outra forma de fazer política, com base no protagonismo e na luta popular. É na luta que se cria o poder popular, que fazemos valer nossos direitos e arrancamos das elites políticas e econômicas as conquistas. A Outra Campanha Brasil é inspirada em La Otra Campaña organizada pelos zapatistas e espalhada pelo mundo.

http://outracampanhabrasil.blogspot.com.br/

Discurso de lançamento da campanha no México em 2006

Primera parte
(preparado por los estados del norte del país)

Ante el capitalismo, sistema que todo lo convierte en mercancía, y que
tiende a negar, reprimir y aniquilar nuestra cultura, nuestro pueblo ha
demostrado a lo largo de más de 500años —y desde 1848 en el caso del
México ocupado— una férrea cultura de resistencia.
Muchos han caído ante la presión aplastante de una realidad que sólo
permite la expresión cultural hegemónica, meros espectáculos para turistas
y pretexto para vender mercancías y, en no pocos casos, personas.
Pero la Otra Campaña está creando y desarrollando una nueva cultura,
basada en principios humanistas como la libertad, el respeto mutuo, el
amor y la solidaridad.
Estos conceptos, despreciados y combatidos por los que controlan el poder
político, económico y cultural, son los que impulsamos quienes nos
ubicamos abajo y a la izquierda.
Arriba, los pocos, los poderosos, se dirigen hacia el abajo, para decir
sus mismas mentiras de siempre, los mismos engaños, el mismo desprecio.
Arriba, el odio hacia el débil y la débil, la mujer. Arriba el maltrato,
el desprecio, los golpes, la violación, el asesinato. Arriba, la cultura
política de la corrupción, del favoritismo, del que paga manda.
Arriba, dicen que la obra cultural y el artista son una cosa más, que se
vende y se reparte.
Dicen que son los dueños del aire y no sólo del aire, sino de las voces
que en él caminan y se buscan, porque con la ley Televisa, y sus otras
mañas y sus planes, quieren que sólo se escuche su radio, su tele, que es
la misma tontería de siempre que engaña y miente. Arriba imponen la forma
de comunicarse con una misma lengua, con una misma música, con una misma
información, al mismo ritmo, machacando un único pensamiento.
Arriba, se promueve el desprecio al diferente, al cholo, al ñero, al
mugroso, a la jóvena, al gay, a la lesbiana, al travesti, al transexual,
al que en su propio modo es diferente. Arriba dicen que el ser joven es
escuchar la música que ellos dicen, vestir como mandan, hablar como hablan
y hasta amar como dicen.
Arriba proponen que todo sea una cosa, y que como cosa se le etiquete y se
le venda, arriba el consumismo dice lo que hay que comprar y cuánto, y a
qué precio.
Arriba dicen que cada quien solo, que cada quien con lo suyo.
Arriba, los institutos del poder se especializan en comprar conciencias y
corromper el pensamiento libre, porque también al servicio de los de
arriba están intelectuales y artistas legitimando el arriba,
intercambiando guiños y caricias con los poderosos.
Arriba con sus escuelas y sus universidades al modo de arriba quieren
imponer al abajo la misma idea, el mismo plan, el mismo pensamiento.
Arriba dicen que sólo los que pagan pueden estudiar, que se rechace a los
feos, a las feas, a los diferentes, a las diferentes.
Arriba, todo esto y más dicen, y encima ahora, el que allá arriba quede,
en esta farsa de la democracia seguirá diciéndolo y seguirá proponiendo el
desprecio, la represión, el despojo, la humillación y el olvido a la gente
humilde y sencilla.
Abajo, nosotras, nosotros, la Otra, hemos encontrado, nos hemos
encontrado, la gente sencilla y humilde, que no se cree todo esto de
arriba, que grita NO, que resiste y lucha, contra este arriba que es el
sistema capitalista. Abajo hemos aprendido juntos, juntas, y hemos visto,
nos hemos visto, a los que luchan, a las que luchan por el respeto a la
mujer, la niña, la anciana, la trabajadora. Abajo, admiramos a las mujeres
que luchan y se rebelan ante la injusticia.
Abajo, en la Otra Campaña, buscamos acabar con esas lacras que joden al
pueblo, a la banda, al indígena, al obrero, al campesino.
Abajo, la obra cultural aunque no resulte tan bonitilla, la compartimos
para comunicar y decir nuestro sentir contra la explotación y se hace con
las manos, en la banqueta, porque bien sabemos que en los espacios de
arriba no hay espacio para el diferente, para el otro, para la otra.
Abajo, los medios alternativos resisten y luchan por otra comunicación que
incluya todas las voces, músicas y ritmos de la gente.
Abajo encontramos a los que luchan y se escuchan en otras voces, en otras
lenguas: a los pueblos originarios que defienden su cultura; a la jóvena
que defiende su ser jóvena y su ser mujer; encontramos al gay, la
lesbiana, el transexual, el poliamoroso, la bisexual, el travesti, los
otros amores, que defienden su derecho a amar a su manera, a vestir y
querer a su modo.
­Abajo, los otros y las otras dicen, decimos, que no, que ni madre, que la
música y las formas de amar y de vestir son muchas, no una sola, que cada
quien su modo.
Abajo, no buscamos el aplauso y nos basta con la satisfacción del deber
cumplido y la necesidad de luchar.
Abajo la colectividad, la autonomía, la solidaridad, el respeto y amor.
En la Otra Campaña el abajo se junta y el arriba tiembla, el abajo decide
mirarse y platicarse, organizarse y luchar.
O sea que abajo vemos que hay otra cosa, y abajo, en la Otra Campaña, hay
un lugar para las diferencias.
Por eso la Otra Campaña dice: Pueblo de México, compas de la Otra Campaña,
arriba te quieren destruir tu cultura y tus ideas. Por eso te invitamos a
sumarte a los de abajo y a combatir la cultura dominante, al capitalismo.
Te invitamos a defender tu espacio, tu lugar, tu diferencia.
A los de arriba no los necesitamos más.
Juntémonos el abajo que somos, y a la izquierda luchemos.
¡De Chiapas a Chicago, la Otra Campaña va!

Segunda parte
(preparada por los estados del centro del país)

El pueblo de México sufre de dolor y hambre por causa del capitalismo, por
la ambición mezquina de unos cuantos que concentran en sus manos la mayor
parte de la riqueza y que se cuentan entre los más ricos del mundo.
Mientras la inmensa mayoría de mexicanas y mexicanos vivimos en la pobreza
extrema. Esta realidad torcida sólo la resolveremos arrancándola desde la
raíz, al recuperar las fábricas, la tierra, los recursos naturales y los
espacios políticos y culturales para que pasen a manos de las trabajadoras
y los trabajadores, que somos quienes producimos. Las fábricas, la tierra,
de por sí producen sin los patrones. Si Pasta de Conchas hubiese estado en
manos de las mujeres y los hombres mineros se habría evitado la muerte.
Por eso decimos que todos los grandes ricos y sus lacayos, los gobiernos,
deben estar en la cárcel. Así, todo aquel que trabaje tendrá un ingreso
digno. Los ricos se han enriquecido por el robo, por el fraude, por el
despojo, por la explotación, en complicidad con los gobiernos. Pero estos
cabrones vienen por más, no se conforman con lo que tienen. Estos
capitalistas quieren nuestras tierras, nuestros bosques, nuestra agua,
nuestro aire y quieren destruir nuestra cultura, identidad e historia.

Justicia.

Los terrenos que nos dejaron nuestras abuelas y nuestros abuelos se los
han quedado los ricos. Nos dicen que nos callemos, que somos borrachos,
que no sabemos hablar. Por eso queremos justicia. Una ley justa. Porque
cuando tenemos problemas los gobiernos nomás los tapan, los tiran, y no
nos hacen caso. Pero si va un rico, a él sí. A nosotros nos discriminan,
nos hacen menos. Nos creen tontos pero tenemos nuestra lucha y la vamos a
seguir.
Nosotros somos la Otra Campaña. Luchamos contra el capitalismo —que es el
sistema de explotación que estamos viviendo y padeciendo actualmente y
desde hace siglos— porque nos impone una justicia prostituta en la que, el
que tiene dinero la compra y el que no, pues no, y así comete todo tipo de
injusticias. El capitalismo y sus gobiernos violan las leyes. Es decir, el
capitalismo nos ofrece un país en donde la justicia no existe para los
pobres.
El sistema capitalista ha creado un país donde se ejerce la represión y se
asesina como su medio de solución a los conflictos sociales, causados de
por sí por el despojo, por la explotación, por la carencia de justicia, y
por el desprecio que desde arriba nos imponen a la gente sencilla y
humilde de abajo.
En este sistema, que es de los de allá arriba, la justicia se dedica a
criminalizar las luchas sociales y las demandas del pueblo. En este
sistema capitalista ser pobre y luchar por dejar de serlo es el peor
delito que se puede cometer en contra del dizque “estado de derecho”.
Amparados en este anti-lema, los poderosos se justifican para asesinar,
desaparecer, reprimir, torturar, violar, encarcelar y perseguir a los que
manifestamos nuestra inconformidad.
Ejemplos hay muchos, demasiados. Entre los más recientes están: Oaxaca,
Atenco, Lázaro Cárdenas y su producto: todos los compañeros presos
políticos que, junto con los demás compañeros desaparecidos o encarcelados
durante todas estas décadas, son nuestros desaparecidos y nuestros presos
políticos. Y mientras en el país haya un solo preso político y un solo
desaparecido, no puede haber democracia.
Por todo esto decidimos construir este movimiento que se llama la Otra
Campaña. Para luchar, para que renazca la justicia desde el único lugar
posible: desde las manos de nuestro pueblo.
Democracia

No es posible que un pequeño puño de políticos concentre las decisiones
que nos afectan a los más de cien millones que somos de mexicanos, cuando
son sus decisiones las que han arruinado a México. A estos vendepatrias
sólo les interesa el poder para enriquecerse, sirviendo a los grandes
ricos. No hay diferencia entre el PAN el PRI o el PRD, son lo mismo y
están para imponernos a todos sus planes de olvido, dolor y muerte.
Cada seis años, el capitalismo soborna a la prostituida farsa que es la
libertad de expresión con cantidades absurdas, enormes, de dinero del
pueblo para que los dueños del país y al mismo tiempo de los medios
masivos de comunicación —la televisión, la radio, los grandes periódicos—,
engorden sus bodegonas repletas de dólares. Luego nos dan dos segundos de
supuesta democracia para elegir a un mismo verdugo que nos engaña con sus
tres máscaras, una amarilla, otra azul y otra tricolor. Enseguida, en la
silla presidencial se sienta el nuevo saqueador de nuestro tesoro, el
nuevo asesino de la república, el nuevo mandatario torturador de nuestro
pueblo. Así, el capitalismo le renueva al pueblo la misma vieja corona de
espinas de cada sexenio pero adornada con nuevas cuentas de vidrio y
pasada por vel rosita.
Esta democracia, este —según se dice— poder del pueblo, le asegura al
capitalismo una sola cosa: que el pueblo jamás tenga poder y que el poder
siga siendo siempre un gran látigo para esclavizar y acallar al pueblo de
México.
Y los capitalistas y sus achichincles del gobierno nos dicen: no hay
opción. Tú, pueblo, debes elegirnos y ya, no hay nada que puedas hacer,
¡si no votas, cállate! Y cuando ya están en la silla, sea que votaste o no
votaste, si hablas, si exiges que cumplan, si pides cuentas, te ignoran,
te desprecian, te humillan. Y si luego te juntas con otros para hacer
grande y más fuerte la voz de la comunidad, del barrio, entonces te acusan
en la televisión, te mandan chingo de policía, te rompen la cabeza a
macanazos, te patean, violan a tus mujeres, matan a tus hijos y te meten a
la cárcel.
Durante años, los culpables de todo esto, los ricos capitalistas, los
dueños de todo: de las fábricas, de las grandes extensiones de tierra, de
los grandes comercios, de los bancos y de todo lo demás, junto con sus
partidos políticos que los protegen, nos dicen que no hay que protestar,
que ya todo está mejorando, que falta poco para que el dolor se acabe. Nos
dicen que para terminarlo debemos seguirles confiando a ellos mismos la
conducción del país. Y nos dicen que está claro que así es, como de por sí
ha sido siempre, que por eso lo único que se ocupa es presentarnos a las
urnas a elegir cuál de ellos nos gobernará.

Otra forma de hacer política

Pero dicen mentiras como lo hacen siempre. Nos engañan. No siempre ha sido
que los ricos manden con el látigo en la mano y el pueblo nomás a
agacharse y a sufrir. Y tampoco es cierto que no haya de otra y que vamos
a estar siempre sin abrir la boca, como ellos quieren.
Aquí estamos, aquí decimos nuestra palabra, aquí juntamos nuestras voces
para hacerlas fuertes y grandes, aquí estamos haciendo, todas juntas,
todos juntos, este movimiento nacional del pueblo de abajo y a la
izquierda, de los humildes y sencillos de México.
Aquí está la Otra Campaña, nacida de la Sexta Declaración de la Selva
Lacandona, que hace este llamado a escuchar y a que seas escuchado, a
organizarnos, a crear nuestras propias formas de hacer política, de tomar
juntos nuestras decisiones respetando a cada uno como es y como quiere
ser, respetando el modo de cada quien, de cada comunidad, de cada barrio,
de cada pueblo. En la Otra Campaña nadie tiene que dejar de ser lo que es
para ser, para vivir, para crecer.
Y anunciamos que vamos a derrocar al capitalismo. En la Otra Campaña
seremos todos los trabajadores del pueblo quienes participemos,
reflexionemos en colectivo y decidamos juntos sobre los grandes problemas
nacionales. El pueblo es el único capaz de encontrar las soluciones que
beneficien a todos los mexicanos. Por eso decimos que el pueblo mande y el
gobierno obedezca. Entonces entre todas, entre todos, vamos a hacer una
nueva constitución a través de un Plan Nacional de Lucha, en el que cada
uno y cada una de abajo del pueblo mexicano participen con su pensamiento,
con su palabra, con su escucha, con su aprendizaje y su enseñanza, con sus
manos y con su corazón.
La Otra Campaña quiere encontrar cada una de las letras de la palabra
México, y acomodarla en su lugar donde de por sí debe ir cada una, para
así poder quedar cabal. Las letras habían dejado de hablar porque nadie
las oía, pero aquí han estado siempre.
Aquí han estado siempre en cada mujer, en cada hombre, en cada niña y
niño, en cada anciana y anciano de abajo. La Otra Campaña te invita a
pronunciar tu palabra y dispone su oído atento y respetuoso para
escucharla. Y cuando estemos todos completos, entonces sí diremos “México”
y entonces sí el país, y hasta el mundo, será otro, uno nuevo y mejor, uno
de todas y todos, un mundo en donde sí habrá un lugar para cada una, para
cada uno; libertad, justicia y democracia para todas y para todos.
Desde aquí, desde México, saludamos a todos los pueblos del mundo que
resisten, luchan y no se rinden ni se venden. A todos los pueblos del
mundo que sufren, en el palpitar de todas las latitudes del planeta, los
embates del capitalismo. Que son invadidos territorial y/o culturalmente,
que son violentados en una guerra desigual, injusta, oprobiosa y que
resisten y sobreviven y se organizan y se defienden. Hoy deseamos
saludarlos a todos, a los adherentes a la Sexta Internacional y también,
de manera particular, al pueblo palestino.
Compañeras y compañeros: esta es la Otra Política. Esta es la Otra Campaña.

Tercera parte
(preparado por los estados del sur y costa del país)

Nosotras y nosotros, los de abajo y a la izquierda, que hemos sido
discriminados y ahora formamos esto que llamamos la Otra Campaña, hacemos
un llamado a todas y todos a que se unan a esta lucha para acabar con el
desprecio de los de arriba.
Nosotr@s estamos viendo desde nuestros pequeños lugares cómo en México y
el mundo se vive la discriminación, pues vemos que mientras desprecian a
uno nos desprecian a tod@s, ya que con esto están acabando con la dignidad
humana. Por eso, vemos que al quitarnos esta dignidad, ellos, los de
arriba, están convirtiéndonos en sus esclavos; están escogiendo y
decidiendo nuestro futuro.
Como pueblos, tribus y naciones indígenas nos discriminan por
considerarnos ignorantes. Nos meten el Procede y nos quitan las tierras,
para que el gobierno haga sus negocios. Pero la tierra es nuestra madre y
no se puede vender, ya que la tierra es nuestra fuente de vida. Pero eso a
ellos no les importa; sólo piensan en sacar sus ganancias. Con esto nos
condenan a desaparecer.
Por ser jóvenes, nos toca, todos los días, que la policía nos pare en la
calle y nos trate como criminales. A veces, hasta es la gente la que nos
ve feos, la que nos cree ladrones y delincuentes, por tener el cabello
largo o demasiada barba. Tenemos que vernos no como queremos nosotros,
sino como lo ordenan ellos. Para los de arriba, también nuestra ropa nos
hace criminales. Por estar vestidos de negro nos tienen miedo y no nos
hablan con respeto. Y así todos los días, en el campo y la ciudad.
Como niños y ancianos, y como gente de habla extraña, extranjera o
indígena, nos pasa lo mismo: que nos ignoran y creen que no sabemos nada,
que no tienen por qué escucharnos. Y si nos vemos morenos o pobres, peor,
porque sin escucharnos hablar una sola vez, ya decidieron que somos
inútiles, y nos quieren hacer invisibles, que nos avergoncemos de existir.
Si en algún momento nos enfermamos, todos y todas nosotros, no se nos
brinda respaldo, ni hay respeto de parte de los doctores. Si tenemos
alguna discapacidad, nadie se fija en cómo nos afecta, y el sistema quiere
que tengamos que hacer las cosas como los demás, que no tenemos
privilegios, sin ver el dinero que cuesta tener los aparatos y la ayuda
que necesitamos. Ni podemos entrar a nuestras escuelas o a nuestros
trabajos a veces, y siempre nos dicen los que obedecen a la injusticia de
arriba que nos toca a nosotros arreglar todos los problemas. A los que
tenemos VIH, nos tratan como si no fuéramos seres humanos, se nos dice que
es nuestra culpa, por tener vidas cochinas, por tener sexo con cualquiera.
Y peor si nos ven cara de afeminados o de marimachas. Si creen que somos
homosexuales, lesbianas y bisexuales, nos hacen preguntas sobre nuestra
vida intima, no respetan nuestro derecho a tener una vida privada sana. Si
besamos a nuestro novio o novia en público, nos voltean la cara y dicen
que somos asquerosos, unos enfermos peligrosos. Los de arriba dicen con su
ley que hay lugares a los que no podemos entrar, y educan a la gente para
que nos tenga hasta asco, que escupan si tocamos una de sus cosas.
Todos y todas los que no podemos mostrar mucho dinero no merecemos ni
tolerancia para el mal gobierno y el dinero egoísta. Si nos toca tratar
con la justicia, no nos pelan, obligan a nuestras familias a gastar mucho
dinero para intentar defendernos, porque a nuestros casos no les dan
solución nunca, durante años nos hacen esperar en la cárcel, y nos dicen
que somos culpables para verse bien. Nos meten y nos guardan en la cárcel
sin darnos chance de demostrar que somos inocentes. Sí, nosotros los
pobres ni somos humanos, como nos tratan ellos.
Por ser niños de la calle, nos dicen mugrosos y nos sacan hasta con la
policía de los lugares donde vivimos. Ni nos sonríen, fruncen el ceño, y
así cuando la policía viene a obligarnos a hacerles favores sexuales,
nadie dice nada. Porque no sabemos nada, porque nos vemos feos en sus
falsas ciudades felices, porque ni somos nada.
Así también nos toca a las mujeres. Ser vistas como menos que un hombre y
propiedad de los que nos dominan. Nos dicen que no tenemos derecho a las
mismas cosas, que necesitamos que nos digan qué hacer. No tenemos derecho
al deseo sexual, porque nuestro cuerpo ni nos pertenece, si somos gorditas
se pueden burlar de nosotras y las teles los aplauden, y por ser mujeres
nos gritan cosas vulgares en la calle, sin conocernos, como si no
tuviéramos dignidad y fuéramos puro objeto sexual. En nuestra educación,
desde niñas, las ideas de arriba buscan hacernos creer que así está bien,
que así debe ser y que deberíamos estar felices y dejar de indignarnos por
histéricas. Desde chiquititas y chiquititos empiezan con esas mentiras,
porque a los de arriba nada les da tanto miedo como vernos libres y
educadas. Entonces hacen leyes que hacen difícil ser madres y abuelas,
hacen leyes para ellos controlar nuestros cuerpos y lo que podemos hacer
en la vida, y alientan a los que quieren abusar y explotarnos a que lo
hagan. Si nos pegan en nuestras casas y lo denunciamos, los medios de
comunicación no nos creen, hay gente que nos acusa de ser mentirosas y de
no amar a nuestras familias. Si nos matan, dejan salir a nuestros asesinos
libres, y dicen que son ciudadanos ejemplares, que nosotras éramos las
criminales, las malas esposas y las mujeres horribles.
Y si, por pobres y porque el sistema y el machismo nos destroza la vida,
nos convertimos en trabajadores y trabajadoras sexuales, es como si no se
pudiera caer más bajo. En el idioma, en nuestras vidas diarias, parecería
que no hay nada peor a que te digan “puta”. Por nuestro trabajo, no nos
dejan cuidar bien a nuestros hijos, meterlos a la escuela, ni nos sanan
bien si vamos a los hospitales. Además, la policía tiene permiso para
hacernos lo que quiera, porque ni tenemos derecho según los de arriba, ni
tenemos identidad digna. Hasta algunos de los de abajo creen que los
trabajadores sexuales somos lo más bajo de la sociedad.
A los que somos transgéneros y transexuales se nos dice de todo, sin
importar lo que hagamos. Ni podemos ir al baño sin tener miedo, porque las
leyes y la educación de arriba quieren obligarnos a ser o todo masculino o
todo femenino, y si nos decimos seres humanos, pues no existimos. Por eso
nuestra ropa nos hace criminales, nuestros rostros nos valen ser
insultados por todos los partidos políticos y la Iglesia, y si queremos
ser felices, el capitalismo nos dice que no, que así como somos no, que
tenemos que entrarle a su juego y a sus definiciones.
Para los que discriminan, lo más importante es que no sepamos quiénes
somos. Pero nosotros, en la Otra, creemos que todos juntos y diferentes
somos más hermosos y hermosas, y nos da orgullo que nos escuchen decir
quiénes somos.
Y así, cada un@, desde donde hacemos nuestras luchas, estamos siendo
reprimid@s por tratar de organizarnos. Ellos quieren dividirnos; los de
arriba, con sus malos gobiernos, tratan de comprarnos con dinero, promesas
y mentiras en sus falsas campañas. Pero nosotros, nosotras, no nos
callamos. Ellos nos quieren silenciar; nos reprimen, nos golpean, nos
encarcelan por ser luchadores sociales, nos desaparecen y hasta nos matan.
Pero ya somos muchas voces que tenemos ecos.
Todas estas son nuestras historias, mismas que nos hemos compartido a las
voces de la Otra Campaña. Entre nosotros y nosotras estamos aprendiendo a
escucharnos, a conocernos y a luchar por cambiar este nuestro mundo.
Porque estamos sintiendo este dolor de ser despreciados, despreciadas.
Por eso invitamos a todos y todas loas que se sientan identificad@s con
este dolor y que ya estén hart@s igual que nosotr@s de ser despreciad@s a
que nos unamos y luchemos siempre por acabar con este sistema, este
capitalismo que nos aparta, nos condena y nos mata.
Así que combatamos día a día la discriminación para hacernos una forma de
vida diferente: digna y justa.
¡Arriba la Otra Campaña!
¡Arriba tod@s nosotr@s que somos l@s discriminad@s!

Cuarta parte
(preparado por los estados del sureste del país)

Compañeras y compañeros:
Reciban un saludo de Chiapas, Tabasco, Yucatán, Quintana Roo, Campeche,
que queremos darles este mensaje.
Todas y todos estamos aquí reunidos porque vemos que el capitalismo es
robo, explotación.
El origen de todas las opresiones es el sistema capitalista, donde una
minoría se apropia de nuestro trabajo, de nuestras tierras, aguas y
recursos naturales, de nuestra salud, de nuestro pan, de nuestro techo y
nuestra educación.
Para el sistema capitalista, que es la forma de los ricos que hacen su
riqueza con el sudor del pueblo, para ellos todo debe ser negocio, la vida
de las personas no vale nada; ni la creatividad de los seres humanos. Su
afán de ganancia lo domina todo, eso es el capitalismo, eso es el
neoliberalismo.
En la Otra Campaña nos organizamos para que todas las personas, del campo
y la ciudad, construyamos un país y un mundo donde todas y todos tengamos
techa, tierra, trabajo, educación, salud y alimentación.
También, para construir con nuestras manos nuestros propios derechos
estamos aportando nuestra experiencia; para mostrar y ser visibles porque
nosotras y nosotros que somos el pueblo hemos construido las fábricas, los
arados, los hospitales, nuestros espacios familiares y nos negamos a que
se nos sigan arrebatando por unos pocos que se aprovechan y son ricos por
el trabajo de nosotros.
Por eso llamamos al pueblo de México a organizarnos para que nuestros
familiares no tengan que dejar su casa y su pueblo para trabajar en otros
lugares. Organizarnos para que los pueblos tengamos tierra y no se
privaticen los recursos naturales y humanos.
Llamamos a organizarnos para que todos tengamos un lugar para vivir con
dignidad, para que la educación sea para todos.
Llamamos a organizarnos para hacer realidad el derecho a la salud de
mujeres, niños, ancianos y de todas las personas.
Llamamos a organizarnos para que nuestros niños no crezcan con
desnutrición, hambre y enfermedades que se pueden prevenir y curar.
Nosotras y nosotros no pedimos un puesto en el gobierno, ni queremos estar
arriba de nadie. En la Otra Campaña buscamos tener un lugar en la lucha
por la liberación de todos los pueblos de México y el mundo.
Gracias compañeros.
¡Vivan todas las mujeres y hombres que trabajan por un mundo mejor!

http://www.nodo50.org/raz/ezln/sexta/laotra060602.htm

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